La presidenta de la Asociación Nacional de Derecho Sanitario, la abogada Ofelia de Lorenzo, considera esencial la aprobación del proyecto de ley sobre baremo de daños. Su existencia beneficiaría a todos, aseguradoras, médicos y pacientes, porque facilitaría los acuerdos. Serían mucho más fáciles, además, con la implementación de la mediación, contenida en el proyecto de Ley de de Eficiencia del Servicio Público de Justicia, ahora en la Cámara Baja.
De Lorenzo es, además, socia-directora del Área de Derecho Sanitario y Farmacéutico del despacho De Lorenzo Abogados, una de las grandes firmas especializadas en el sector sanitario.
La celebración del XXX Congreso Nacional de Derecho Sanitario, que ha tenido lugar, durante dos días, en el Madrid Novotel Center, con la asistencia de 700 profesionales de la salud, entre juristas, académicos, legisladores, médicos, dentistas, fisioterapeutas, enfermeros, veterinarios, podólogos, grupos hospitalarios y sindicatos.
Han sido 97 ponentes, distribuidos en 12 mesas redondas –3 el jueves y 9 el viernes–, dos sesiones de comunicaciones libres detalladas, una sobre derecho sanitario y otra sobre valoración del daño corporal, y 5 talleres de trabajo.
Y una conferencia magistral, titulada «30 años de historia en derecho sanitario» –los años que tiene la Asociación–, a cargo de Ricardo de Lorenzo, fundador y presidente de honor de esta institución consolidada, como también se puede denominar a la Asociación Nacional de Derecho Sanitario.
Faltan pocas horas para la clausura del XXX Congreso y Ofelia de Lorenzo está muy contenta. En el evento han estado todos los que tenían que estar. No ha faltado nadie. En ese marco tiene lugar esta entrevista.
¿Por qué la existencia de unos baremos sanitarios es tan importante para ustedes?
Es una reivindicación que llevamos haciendo desde la Asociación Española de Derecho Sanitario desde hace muchos años. Por analogía, en casos de responsabilidad civil profesional sanitaria, las indemnizaciones se cuantifican utilizando el baremo de accidentes de tráfico.
Pero no es lo mismo un paciente con una patología previa que un paciente sano que sufre un accidente de tráfico. Se han formado varios grupos de trabajo a lo largo de los años. Nuestro antiguo vicepresidente, Julio Sánchez Fierro, quien también fue secretario del Consejo Asesor de Sanidad, lideró el desarrollo del baremo de daños sanitarios. Mi padre, Ricardo, y varios miembros de la Junta Directiva también participaron.
El baremo de daños sanitarios ahora está casi terminado. La Ley 35/2015 incluye una disposición adicional que establece que el baremo de accidentes de tráfico servirá como base para el futuro baremo de daños sanitarios.
¿Por qué es tan importante? Porque hay conceptos en la práctica sanitaria, como la falta de consentimiento informado o la pérdida de oportunidad, que no se contemplan en el baremo de accidentes de tráfico. Además, es fundamental para la resolución extrajudicial de conflictos.
«Sin un baremo adecuado, los procesos de negociación y mediación se complican y se favorece la judicialización de los conflictos. Esto no solo alarga los procesos, sino que también incrementa el desgaste emocional de todas las partes involucradas».
Estamos hablando de mediación.
Exactamente. Uno de los grandes problemas es que muchas veces se opta por judicializar el conflicto, ya que se espera que el juez pueda otorgar una indemnización mayor. Si contáramos con un baremo de daños sanitarios, facilitaría los acuerdos, beneficiando a todas las partes: aseguradoras, médicos y, sobre todo, pacientes.
Para los médicos, los procesos judiciales prolongados son psicológicamente agotadores.
Los daños derivados de la actividad sanitaria son muy diferentes de los accidentes de tráfico. Por ejemplo, un retraso en el diagnóstico de una patología oncológica no se puede indemnizar como un accidente.
El baremo de daños sanitarios es un trabajo avanzado y una asignatura pendiente. En la última reunión con el Ministerio de Sanidad y el secretario general Técnico, insistimos en su necesidad.
Es necesario contemplar la pérdida de oportunidad y otros conceptos únicos del ámbito sanitario para que las indemnizaciones sean justas y adaptadas a la realidad de los pacientes y profesionales.
Sin un baremo adecuado, los procesos de negociación y mediación se complican y se favorece la judicialización de los conflictos. Esto no solo alarga los procesos, sino que también incrementa el desgaste emocional de todas las partes involucradas.
O sea, que es una piedra angular, nunca mejor definida.
Contar con un baremo específico en el ámbito sanitario es esencial para humanizar la sanidad y fortalecer la relación médico-paciente, garantizando que se aborden adecuadamente las peculiaridades de los daños sufridos en el contexto de la atención médica.
Cuando se habla de mediación se está implícitamente aceptando la voluntad de ambas partes para llegar a un acuerdo. Sin embargo, ¿no cree usted que los conceptos mediación y obligación son contrarios? Es un oximorón.
Nosotros apostamos totalmente por la mediación. Es el futuro, especialmente en casos de daños a la salud. Fíjese, hay un informe del Comité de Bioética de España que habla sobre la necesidad, en el ámbito sanitario, de comprender qué ha sucedido, pedir disculpas por el conflicto asistencial y aprender del error. Todo esto, si se gestiona en un tiempo razonable, fortalece el sistema sanitario.
La mediación, la negociación, el arbitraje, lo que sea necesario, son herramientas esenciales. En la administración pública, lo que realizamos es negociación sanitaria. Cuando alguien sufre un daño de salud, que es algo muy grave y tiene derecho a saber qué ha ocurrido, es fundamental pedir disculpas por el conflicto asistencial, explicar lo sucedido e indemnizar si corresponde.
Muchas veces, aunque haya situaciones que no se han manejado de la mejor manera, la indemnización puede no proceder porque la respuesta del profesional sanitario tiene un componente subjetivo. Sin embargo, este enfoque facilita enormemente la solución extrajudicial.
Es decir, lo que falta es comunicación y diálogo, ¿no?
Y ese diálogo, si lo hacemos de cierta manera obligatorio, permite identificar dónde se ha producido el error, aprender de él y establecer protocolos para evitar que vuelva a suceder. Evidentemente, el ser humano es falible y los errores existen: cisnes negros y cisnes blancos. Lo que debemos hacer es aprender, seguir aprendiendo y mejorando de forma continua.
Cuando se comete un error, es crucial afrontarlo de inmediato y actuar en consecuencia.
No equiparo esto con la parte laboral. Los daños de salud son particularmente gravosos. Recuerdo cuando durante la pandemia de COVID-19 una asociación declaró que no se iba a demandar a los médicos debido a las circunstancias excepcionales.
Yo defiendo a los médicos, pero las personas tienen, éticamente, derecho a saber qué ha ocurrido. Y, en muchas ocasiones, la única forma de lograrlo es presentando una reclamación. Sin embargo, a menudo los juzgados ni siquiera se enteran de estos casos.
«La IA ya no es el futuro, la IA es el presente. Actualmente, la IA está presente en absolutamente todos los sectores. En el sector sanitario se utiliza la IA de manera evidente, y somos partidarios de que se fomente cualquier mejora, especialmente en lo que respecta al uso secundario de datos».
Que es lo que no se está haciendo ahora.
Muchas veces, lo que sucede es que el conflicto se judicializa. Llevo 20 años defendiendo en materia de responsabilidad, y cuántas veces, después de dos años y en sede judicial, te das cuenta de que la familia no se ha enterado de nada.
Nadie les ha explicado nada, no mentimos ni nos involucramos en el proceso. Estamos inmersos en un procedimiento en el que pueden ser condenados en costas, todo está en manos de informes y peritos.
Para nosotros la especialización en derecho sanitario es fundamental. Si no conoces la normativa sanitaria, la Ley 41/2000 no puedes conciliar y no puedes mediar. Tienes que conocer el entorno. Para nosotros la figura del tercero independiente es la figura que más nos puede encajar en el sector sanitario.
¿Qué otras conclusiones han sacado de este XXX Congreso?
Uno de los objetivos que tenemos en esta Asociación es que el derecho avance al mismo ritmo que los progresos en las ciencias de la salud. Es absolutamente necesario. Nuestro mayor logro es que actualmente tenemos cinco proyectos de investigación en derecho sanitario, que exponen lo que está sucediendo y qie nos proporcionan una visión de futuro.
Estos proyectos plantean posibles escenarios y muestran cómo el derecho debe adaptarse a ellos.
Esto es una necesidad absoluta que vimos reflejada en catástrofes como la de la DANA o durante la pandemia de COVID-19. Necesitamos que la legislación se actualice conforme a la realidad social, los avances y los desastres naturales.
La Agencia Estatal de Salud Pública también lo ha señalado como una prioridad. Tras la pandemia, se reivindicó desde varias organizaciones, incluida nuestra asociación, la necesidad de contar con normativas que permitan gestionar eficazmente cualquier crisis sanitaria. No podemos dejar todo a la improvisación con leyes parcheadas, sin un conocimiento profundo de la normativa existente.
Contamos con normativas excelentes, como la Ley 41/2002 de Autonomía del Paciente, que aborda el consentimiento informado de manera excepcional. Sin embargo, es del año 2002 y estamos en 2024. El consentimiento informado en papel ya no es suficiente en una era guiada por la inteligencia artificial.
Por eso, uno de nuestros objetivos es actualizar y proponer ideas que sirvan para legislar sobre los posibles escenarios futuros. Estos foros de debate y diálogo son esenciales para generar ideas valiosas que luego puedan ser llevadas a la práctica y lograr que la legislación avance al ritmo de los cambios.
Quizá el problema es la polarización en el Parlamento. La falta de entendimiento entre las partes…
Quizá, pero somos apolíticos y tenemos una vocación social.
La IA es un buen ayudante en todo lo que están haciendo, ¿un coadyuvante, un acelerador de todos los procesos?
La IA ya no es el futuro, la IA es el presente. Actualmente, la IA está presente en absolutamente todos los sectores. En el sector sanitario se utiliza la IA de manera evidente, y somos partidarios de que se fomente cualquier mejora, especialmente en lo que respecta al uso secundario de datos.
Sin embargo, habrá escenarios que necesitaremos prever. Por ejemplo, cuando un médico emplea la IA como coadyuvante en su tratamiento y se produce un error, tendremos que determinar cuándo el error es atribuible al médico, cuándo es del software o cómo establecer la responsabilidad correspondiente, ya que estas son responsabilidades y procedimientos completamente diferentes.
Estos son escenarios que debemos anticipar. Pero la IA es una realidad, y en el ámbito de la salud puede ser muy beneficiosa. En ningún caso puede sustituir al médico en la relación médico-paciente, ya que la asistencia sanitaria debe regirse por el código deontológico médico y las normativas vigentes.