A pesar de que los médicos, como cualquier otro profesional, tienen la obligación de responder de sus actos en el desarrollo de su actividad, lo cierto es que se trata de un área en la que se genera cierta controversia puesto que cualquier actuación médica se lleva a cabo en un “entorno de enfermedad” y con el objetivo de mejorar el estado inicial del paciente. Las limitaciones de la ciencia médica hacen que siempre haya un área que escapa a las previsiones y que obliga a valorar el campo de la responsabilidad con especial sensibilidad, pero teniendo en cuenta la gravedad de las consecuencias que puede generar una actuación negligente o errónea.
En la última década se ha producido una transformación del mundo de la responsabilidad profesional del médico en general y del enfoque del papel del perito médico en particular. “Así, hemos pasado de los peritos generalistas profesionales a la pericia realizada por especialistas en activo; y esto ha permitido proporcionar una pericia mucho más concreta y específica a las necesidades de cada caso”, asegura Juan Abarca Cidón, presidente y consejero delegado de Promede, con motivo de los 15 años de andadura de la entidad, que desde sus inicios ha defendido la elaboración de informes periciales por parte de especialistas en activo del área concreta a la que corresponda cada caso y con el apoyo de una valoración de daño corporal adaptada a las necesidades y la complejidad que requiere la responsabilidad profesional (en estos años, Promede ha realizado más de 10.000 informes periciales).
Otra área en la que durante estos quince años se ha avanzado en la responsabilidad profesional sanitaria es en la valoración de secuelas de los procesos, asegura Juan Abarca Cidón. En general hay una tendencia mayor para tratar de llegar a acuerdos y eso hace necesario que ante la posibilidad de que haya existido una actuación contraria a la Lex Artis se tienda a profesionalizar este tipo de valoraciones para trata de acotar y definir al máximo la indemnización exacta que le corresponde a un paciente que ha sufrido un daño.
“El problema que existe en este punto es que esas valoraciones son mucho más complejas que las habituales de los accidentes de tráfico, por ejemplo y, sin embargo, el único baremo existente es ese, el de accidentes de tráfico -añade Juan Abarca Cidón-. Por eso desde Promede se apoya la existencia de un baremo específico de daños sanitarios, ya sea como Ley propia o como anexo al actual baremo de daños por accidentes de tráfico, que recoja al menos todos los posibles diagnósticos que no pueden ser debidos a accidentes convencionales y sí consecuencia de una actuación sanitaria”. En este sentido, manifiesta Juan Abarca Cidón, este baremo debería ser vinculante -como es el de tráfico- y permitiría dar seguridad jurídica a la responsabilidad profesional y poder estimar las primas a la realidad de lo que se puede derivar de la siniestralidad.