El nuevo reglamento europeo sobre IA deja “grandes cuestiones sin definir” para el ámbito sanitario, según los expertos reunidos en un webinar organizado por la Asociación Española de Derecho Sanitario (AEDS).
Por su parte, el director del Grupo de Investigación en Derecho Sanitario y Bioética IDIVAL de la Universidad de Cantabria, Joaquín Cayón, ha expresado su “preocupación” por que el Reglamento Europeo de Inteligencia Artificial pueda nacer “obsoleto”.
“Comenzará a aplicarse, con algunas excepciones, a los 2 años de su entrada en vigor, lo que nos lleva a un escenario de mediados de 2026. En ese lapso temporal es muy probable que los avances tecnológicos alumbren nuevas realidades no contempladas en el Reglamento. Así sucedió con la propuesta inicial de la Comisión de 2021, que tuvo que ser modificada en el Parlamento ante el nacimiento de la IA generativa”, ha explicado.
Por todo ello, los especialistas reunidos en el evento consideran “necesario” conocer el alcance, la gobernanza, los riesgos, las prácticas prohibidas y las responsabilidades acerca del Reglamento Europeo de Inteligencia Artificial y su impacto en el área sanitaria.
La principal virtud de este reglamento radica, en consenso de los expertos, en su función como base regulatoria. Sin embargo, cuenta con algunas desventajas, como la velocidad de desarrollo y la globalidad de la norma.
Entre las dificultades de esta regulación, Julio Mayol, catedrático de Cirugía en el Instituto de Investigación Gregorio Marañón de la Universidad Complutense de Madrid, ha destacado la de encontrar el equilibrio entre innovación y protección informativa del paciente.
“Me gustaría resaltar la importancia de generar confianza en la relación de las personas (pacientes y profesionales) con la IA para mejorar la efectividad de diagnósticos y tratamientos mediante el uso responsable, con explicabilidad de la tecnología, y la transparencia y rendición de cuentas de todos los agentes implicados”, ha abundado.
“Hasta que se ha publicado este reglamento, había cierto vacío, por lo que se han estado aplicando los 7 requerimientos del Alto Grupo sobre la Ética confiable en la IA”, ha apuntado Íñigo de Miguel, investigador de IKERBASQUE en la Universidad del País Vasco y miembro del Comité de Bioética de España.
Esto ha sido incorporado en el nuevo texto, pero sin mantener un punto uniforme. “En términos de IA, casi todo lo que vamos a utilizar como producto sanitario puede ser clasificado como de ‘alto riesgo’, por lo que tendrá una gran importancia el enfoque hacia los derechos fundamentales y el mantenimiento de unos requerimientos básicos desde el inicio”, ha expresado.
En cuanto a las dificultades que entraña el Reglamento Europeo de Inteligencia Artificial, Cayón ha afirmado que se debe tener en cuenta que “no es una norma sanitaria”.
En este sentido, ha precisado que, “aunque indudablemente tendrá un importante impacto en el sector salud, no es descartable que en el futuro resulten precisas adaptaciones específicas a las singularidades clínicas, tal y como ocurre actualmente con el Reglamento Europeo de Protección de Datos”.
En este sentido, Mayol ha señalado que “el impacto que tendrá esta tecnología es muchas veces imposible de predecir y, en el sector sanitario, es algo realmente complejo”. “Surgen gran cantidad de preguntas cuyas respuestas tendremos que ir descubriendo por el camino”, ha apuntado.